Al amparo oscuro de su cabello,
enraízo mi ser desde adentro,
luchando con espada y dos brazos,
ante el descaro en este tiempo de
rechazos.
Zarpazo helado y sostenido
en la pendiente del camino,
erosionando de momentos pensados,
la corta imaginación del individuo.
Hoy, mendigo de mis soledades,
respiro, gracias a los suspiros que
dejaste escondidos
en esta inmensidad,
que es mi vacío.
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