martes, 10 de diciembre de 2013

Amaneceres del siglo XXI




Muchos son los días
en los que ya me levanto,
cagándome en la santa madre
de dispares hijos de mala puta,
de esos que pululan sin bozales
y atacan espaldas desnudas.
¿Fijación, incomprensión, costumbre?
Ni idea, unos me aseveran
que eso me pasa por ser un cascarrabias,
otros dicen que tan solo es una etapa,
en cualquiera de los casos,
a ulcera no me llega,
inmune ya con tantísima mierda en la vena.



Patraña tras patraña,
nació este cretino siglo veintiuno.
Con zarpas afiladas,
saliva agria y avaricia incontenida,
las calles se nos llenan de almas mudas
mientras el lujo se concentra en indecentes bolsillos,
en arcas que no lo precisan.
Caminando de espaldas,
hacemos religión de la necrofilia,
capricho de la mentira,
altar entre altares,
clavamos las rodillas ante la hipocresía.



Y en mis manos hoy heridas,
entre estos dedos sin fuerza,
mis lagrimas son subastadas
por la propia y estúpida desdicha.
No sé cómo definir
cuanto creo ser capaz de sentir
en estos días de improperio,
de embuste, de miedo.
De mis labios como del lapicero,
rabia y coherencia se asocian
buscando de una época su justo entierro.


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