Plantando cara a la estupidez
gratuitamente regalada,
no camuflo las intenciones que me
abrazan, sin maldad o envidia, dejo atrás la vergüenza inmerecida, la mentira e
hipocresía que en mi camino no se justifican.
Libre de complejos y ataduras impuestas
a golpe de moda, grito con toda mi alma, pronunciada en los ecos que viajan más
allá de los confines mortales de la caducidad.
Plantando cara. Amo y me dejo amar,
destaco la paz de única sinceridad negándome a callar pese todo lo que pueda salpicar,
soy así de simple, de mis pocas voluntades, de esas que renegar se hace
imposible, cuando boca y mente van a la par.
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