En la curva donde el horizonte se pierde
sin sobresaltos a fuerza de costumbre,
planea el titubeo que responde a mi yo
como persona.
No se ya, si honesta o resignada, si
coherente o alterada, no se nada.
Me apagan los días, al contrario de lo que
tanto he esperado,
soñado y luchado. El pesar de mi alma me
resulta una patraña, una mera e insulsa circunstancia.
Como consuelo a este mundo incoloro,
robo poesías a las que me asomo desde el
interior de mi silencio,
viajando a través de dispares ojos, grande
se hace mi gozo,
cambiando mi rostro desde el brillo
humilde con el que unas pupilas agradecidas en su paz momentánea, me bautizan.
Amoríos y enormes pasiones, románticas
poses, denuncias de medievales injusticias, gritos a la belleza, a la ira
contenida, al sosiego de esta, mi resumida existencia.
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