jueves, 6 de febrero de 2014
A Santa Pola.
Rinde la
tarde marinera al otoño su calma, pintando rectángulos en rojo, allá donde
Rompe la
noche de sonidos, botes y barcazas que el puerto abraza como la madre desde su
cariño, contando uno por uno a cada hijo desde aquel lejano bautizo.
Costa de
historias y castillos, de otoños e inviernos desprendidos, playas de finas
arenas donde el mediterráneo acaricia, llenando la orilla de espumas esparcidas
cual alfombra de vida.
Pueblo
pescador que el verano corrompe de sonidos, de bullicios atraídos por su
público, nacimiento de mil recuerdos e infinitos suspiros, donde nació un beso,
lloro el primer amor y, sufrió de ternura más de un corazón.
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