Jamas pude contener mi ordinariez
si mi sangre llego a hervir.
No he aprendido a mantener fría la
cabeza
antes de cagarme en no pocos idiotas
de esos
que con gratuidad sueltan su lengua.
Lo reconozco, soy muy normalito,
por ello que me exprese como me
expreso.
Con este corazón sin cerebro,
con su coherente ira,
con esa rabia que se teme y nadie
quiere.
Lo reconozco,
cuando me tocan los huevos, muerdo.
No es fingir o aparentar a este
humilde pensar,
cuna de fama o cultura,
algo que permita vivir o soñar, que
ofrezca libertad.
Así pues, habrán de permitirme que
muera gritando,
luchando, escupiendo e insultando.
Tendrán que ver como sonriendo
se pudre mi cuerpo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario