Verde y gris,
el moho recorre la cara norte de mi
oscura penuria,
hachas y espadas, filos de fina guadaña,
heridas que pudren la esperanza.
Verdes y grises,
secan todas mis lágrimas,
visionarias de cicatrices saladas,
eco perdido en vísceras malamente sangradas,
presente vacío de efímeras miradas.
Verde y gris,
hoy no me dicen nada,
maldiciendo de dentro hacia fuera
sin parpadear tan siquiera,
repudiando la grandeza de la belleza,
dejándome morir en la pereza.
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