viernes, 25 de abril de 2014

Tocando a difuntos.






Se horrorizan mis ojos,
me amarga la saliva,
el alma siento indecente y sucia
al dar por confirmado
que en un mundo desarrollado,
el hambre es una realidad palpable.



A dos piernas me cruza la vergüenza, el mundo se me cae encima, de vientos se ahogan conciencias. 
Sobresaltado junto el contenedor donde juegan rostros en la sombra buscando de la sobra curar la desesperación.



Se hace la pena cuerpo,
iceberg el sudor,
la esperanza un sueño
mientras busco mi interior.
En este mundo efímero y ridículo,
donde la necesidad y el lujo viven juntos,
a tan solo, un color, un estoy o no.






*Lastima de universos aquellos, que se dejen colonizar por el miserable egoísmo humano, para morir como todo cuanto tocamos, estrangulado*






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