viernes, 11 de abril de 2014

Tus labios.





Siguen tus labios removiendo el tiempo,
tu lengua el pecado que se derrite en recuerdos,
tus pechos, ese pequeño universo
que fallece vestido de comprimidos silencios.
El aliento caliente de mi sangre,
no se deja vencer en la escasez de los instantes
que ante mi, te hacen.



Aquí,
en lo más elevado de esta rabia que nace espíritu de agua,
tu esencia, tus oscuros jadeos tras la puerta,
el miedo que bautiza las negras entrañas
de tu carne, victima y homicida.
Hacen del presente efímero secreto,
raíz de aquellos versos
recitados a palmo y medio de tu cuerpo.



Profundidad de luz e infierno
es la que suelda instantes a fuego,
sobre la memoria que hace rebosar de mi deseo,
el olor a miedo con el que me alimento.
Acido temblor entre mis manos, entre mis dientes,
en la ira que me usa de recipiente.
Sótano de laberintos
donde musitan las palabras que escapan del alma.



Dicho lo cual… a tus labios me remito.





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