miércoles, 23 de abril de 2014

Voces sin pasado.





Desentierran los muertos sus despellejados huesos,
su voz, alimentada de mortecino aliento,
se hace oír en solares y pueblos de hambre y tardío miedo.
Ante el caminar complicado de esos oxidados desgraciados,
no puedo más que clamar justicia al infierno.



Seco barro pegado al feo sueño y demasiado silencio,
cuecen a fuego lento la soledad que se recrea en el viento.
Negra sangre llora por dentro su sabor a amargo lamento.
Bajo tumbas, lapidas y olvido,
quedan las razones que tanto y tanto admiro.



Como en tantas otras, prieto muelas, dientes y puños,
amenazo a la vida retando a la muerte allá donde más le duele. 
“Coqueta desvergonzada que jamás miente”.
Invalidado de impotencia y rabia,
piden mis tripas por un milagro de dulce sabor vengativo.



Entre nosotros,
desesperados currantes de contadas oportunidades,
rueda correteando la putrefacta mentira.
Vida de señoritos y señoritas en el palpitar de su desidia,
salpican de mierda el camino que ellos no pisan,
farsa vacía del destino que desvaría.



Abrigado de un sueño con careta de pesadilla,
veo entregarse la vida en una confusa caricia,
hueca voz de lejanías que me entornan los parpados
mientras cuento hacia atrás los pasos que restan mis días.
Vacíos que se llenan de mendigos en coloridas estadísticas,
hacen de coro sobre una luz misera.



Voces del pasado,
muertos mal llorados,
voces de distancias encerradas en oscuras cloacas.
…E insisten los fantasmas
en hacernos realidad su caprichosa libertad,
su tono final, su aliento fecal.



Sanguinolento devenir de ideales y principios
me marchitan manos y rostro.
En el peso de los años, sobre el dolor de huesos,
va falleciendo la ignorancia sin ningún esfuerzo.
Arropado de preguntas aliviadas con escusas
tiemblan mis dudas en direcciones únicas.



Mi orgullo, perdido en un sonoro y seco graznido,
logra que me pregunte si aquellas voces
que retumban y retumban mis sienes
como fieros y sucios estorninos el árbol de su abrigo,
tendrían remedio.
Lleno de difusas culpas
sigo caminando sobre mudas tormentas de acero y piedra.



Nicho con epitafio a rotulador o bolígrafo
sobre pelados ladrillo y cemento de un secano invierno.
Disculpas que se mastican muy dentro,
futuro sumado desde aciagos pasados.
No, no calman las voces del pasado
 este martirio que parte el alma en porciones
que suman laberintos en el vació aferrado a mis entrañas.







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