martes, 27 de mayo de 2014

Rencor interior.





Aun cuando se oculte
en la más fría y recóndita oscuridad,
 allá donde el alma no mira
libre de manchar el sueño de pesadilla.
Aun allí, escondido,
sigue el odio de rencor retorcido
acechando la ocasión de resurgir feroz
marcando con el fuego de su hedor.



Tiemblan las manos
unas décimas antes del zarpazo.
Miedo, alegría, entusiasmo,
confunden su realidad
desnuda de coherencia.
Habla la boca
lo que cuerpo y mente desmiente,
esperando impaciente
la ocasión que se presiente.



Naturaleza
animal y salvaje,
la del hombre dolido
con exceso de maquillaje,
cuando aviva cultivada una herida
amarga y aferrada,
pudriendo por minutos
las entrañas que no sangran.
Voraz y despiadada,
sin tiendo de parpadear,
matando desde la nada.





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