jueves, 14 de agosto de 2014

Asqueado.




No llego a comprender este odio que dentro me quema, viendo la ignorancia animal e irracional de ciertos enfermos mentales que asesinan justificándose en religiones y costumbres parciales, que hacen del hombre, suprema mente universal.

La televisión me mostró el vil asesinar en Afganistán, de una mujer por el capricho de la ley talibán. Mujer que en aquel rincón del mundo, no dista en nada del bicho más vulgar. Sin opinión ni vida, sin opción a razonar, decir, respirar.

Pese la distancia, no conocerla o verle la cara, me recorrió un escalofrió de arcadas que saco de mis entrañas un grito pidiendo por todas esas mujeres, que como ganado, sirven a los placeres del demente armado.

Hoy, la impotencia me inyecta de rabia y, hace decir aquello que siempre creí lejos. Hoy, grito pidiendo la misma justicia que estas gentuzas imponen a su capricho. ojala, repito y reitero sin lugar al arrepentimiento. Recojan lo mismo que entregan, pues no creo merezcan ni el vulgar polvo que pisan.

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