El columpio.
Soldados los parpados,
prietos los puños cerrados,
tomo posición sobre la gravedad del columpio.
Balanceo mi cuerpo,
de poco a más, de adelante atrás.
Siento como choca la brisa que antaño me divertía,
y hoy,
solo ayuda a recordar aquellas difusas fotografías de una vida,
que ahora, cuesta hacer mía.
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