Son tantos los necios que mi piel en
poco tiempo ha soportado,
que ni el mayor aguacero alivia peso.
Yerta se siente la sangre,
la sangre y este obseso presentimiento.
¿Y dime?... ¿Dime porqué lo hiciste?
¿Porqué mentiste allí donde fuiste?
…responde ¿O es miedo después de todo
aquello que te nubla el rostro?
¿Qué de valor tiene el mentir,
alguien me lo podría decir?
¿Hay alguien? Algún alma que me lo
pueda explicar,
… me da que no, que no es tan fácil
ser así.
Un puto necio mentiroso que por
viejo,
ni la pena vale decirle…
Llamarme cobarde, pero no es eso,
es lastima lo que me invade por el
necio.
Verle solo pese creerse en la cumbre,
¿Habrá peor drama para ese ignorante
que ser conocido por el compañero y
el vecino?
Abrí mi pecho, mis manos, mi razón.
Abrí todo cuanto creo se puede abrir
para ayudar sin pedir.
¿Y así me lo pagas?
poniendo en mí palabras que ni
caducadas han de servir.
Sí, me has decepcionado,
pero tampoco me has hecho un
desgraciado.
Lo siento, aunque te joda, es así.
Animo necio querido, animo, y a por
otro de tus llamados “amigos”
cada día son menos y más dispersos.
Pronto, abras de buscarlos en ese
cementerio donde seguro
te esperan sus huesos, sus manos
abiertas, su calaveras sucias
y la boca bien abierta para rematarse
de la risa.
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