Aúlla el río al sueño que se hizo noche,
diseccionando la tierra en parcelas
cicatrizadas
de dentro hacia fuera,
pasaje optimista de quien a perder nada
tiene,
muda señal
transformada en caduca lágrima,
en la verde llanura
de mis acumuladas dudas.
Lanzo un grito, desnudo, frío, crudo.
Buscando en su eco
la paciencia que ya no tengo,
en esta impertinencia que me arropa de
tiempo,
en lo más alto de mi enterrado
optimismo,
dejo flores y rezo,
ante el hueco reflejo
que altera mi sentimiento.
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