Laberinto de fachadas inmortales,
exposición de una edad que se deja fuera.
Pintada, oculta, desdeñada,
representando la verdad en una confusa humanidad,
de la que ahora, no me siento
capaz.
Laberinto de calientes entrañas,
allá
palpita mi final,
sin la vergüenza primera, sin el libre opinar,
en el secano
llanto de un humilde caminar.
Me quedo callado por lo que pueda pasar.
Laberinto de luces apagadas,
silencios
que engañan,
esperanzas añoradas donde navegan las almas,
perdidas en el punto
infinito
que inicia el futuro que ayer fue nada y fue mucho.
Laberinto que viste el rostro de
cicatriz recordada,
vivo o borroso se llena el vacío con decorados sonidos,
resonando mi gozo en la libertad del impulso.
Os busco con la mayor intensidad,
perdiendo así, mi poca voluntad.
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