Hay infiernos en el cielo, y ángeles de fuego.
Hoy, al despegar las pestañas he vuelto a
sorprenderme,
no estabas, mi mano ha buscado tus huellas de olor y
piel.
He perdido la cuenta y no me quedan lágrimas
de las noches que no te tengo y me faltas.
Cubierta de tedio y borrascas que me acorralan,
me fuerzo a creer que de todo aquello que hoy es nada,
soñaras como yo te sueño desde algún bonito universo.
Hay infiernos en el cielo, y ángeles de fuego.
Yo y mi guitarra pondremos la gana, y tú, en silencio
el alma.
Para que sobre horizontes calmos y yermos,
soles de palma blanca tejidos por un sabio artesano,
cuenten los romances secretos que nos hicieron
recuerdo.
Al cerrar los ojos, tus brazos volverán a abrazarme
con la fuerza del aire y el cariño de la madre.
Hay infiernos en el cielo, y ángeles de fuego.
A pie de cama te siento en mis noches de avaricioso
tiempo,
y a ellas me entrego temblando por todo menos miedo.
Vibrare al soñar tus besos en mi cuello,
maldiciendo a la muerte la estupidez que me brinda
sin contada medida, para que me pudra de momentos y
pena,
en esas callejas negras donde vagan las miserias.
Hay infiernos en el cielo y ángeles de fuego,
allá donde el hombre sin intenciones se corrompe
dejando viudos mis dedos y la muerte metida dentro,
para que ni gritando resuciten las espigas del canto
al que rezo cuando puedo, y por las que cada mañana
fallezco.
Dedicado a la cantautora ilicitana Ana González Coll y su amante música.
Dedicado a la cantautora ilicitana Ana González Coll y su amante música.
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