Incluso el mayor de los indeseables
puede ser un genio en algo concreto,
por ello que cuando se habla de la persona,
a mí por lo menos
me gusta diferenciar los extremos.
El ser bueno pintando,
escribiendo o al piano,
no hace a nadie el más solidario,
ni tan siquiera,
el más agradable de los vecinos.
Así mismo, el que como persona es la hostia de buena,
no evita que pueda ser un inepto a jornada completa.
Esto que parece una tontería,
es, por lo que cuando acudo a algún entierro,
sin puntualizar, jamás destaco lo bueno que era el
difunto,
…llámenme raro.
Hace poco estuve en un entierro,
no me apetecía nada, pero estuve,
según la mujer, tenía que cumplir,
aún no se con quien o el porqué, pero había que estar
allí.
El difunto en vida decía ser pintor, y hasta tendrá su
público,
no digo yo que no.
Para mí, pintando era malo de narices,
pero mi opinión es eso, mía.
Aparte de pintor, era un reincidente y condenado mal
tratador,
es decir, un hijo de la gran puta en toda su regla.
Con todo ello, aun escuche comentar lo bueno que era.
Aún me miran de manera extraña aquellos a los que
pregunte en que,
en que era bueno. Pregunte, porque no lo sé,
…para ser del todo sincero,
me miran de manera extraña todos aquellos y mi mujer,
esta última, tras dejar de decir que porqué no me
callare.
Y eso es algo, que tampoco sé.
No hay comentarios:
Publicar un comentario