jueves, 11 de febrero de 2016

Una senda que zigzaguea.





Era una senda fría, oscura y larga,
zigzagueaba y zigzagueaba
entre desiertos y maleza.
La camine tanto que llegue a soñarla.
Cada piedra, cada mata,
cada noche con o sin estrellas,
aquella senda que zigzagueaba,
me cogía y amarraba.


Una culebra llamada vida
me hizo brincar para no pisarla,
era perezosa y lenta,
hasta que una mañana vieja,
sin darme cuenta se me enrosco a la pierna.


A mitad de senda con aquella culebra
fuertemente enroscada,
caí al suelo agotado e incapaz.
La culebra me miro a los ojos,
sonreía complacida.
–Esta senda que zigzaguea
será la última que pisas-


No desperté de aquel sueño,
hoy, ni vivo, ni sufro, ni gozo.
Hoy soy polvo en la vieja senda
que otros pisan, que otros sueñan,
polvo, tiempo… miseria,
en aquella senda que zigzaguea,
en aquella que siempre termina.







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