jueves, 15 de septiembre de 2016

Vistiendo mañanas.






Dispuesto a olvidarte
cierro el alma
cuando un miedo cobarde
corretea ya mis lágrimas.

El reflejo de tu recuerdo
llaga mi cuerpo,
y pese convencerme,
no comprendo ni te alejó
lo suficiente.

Pasan los días sin que alivie
mi carne su carga,
una misma cara,
idéntico sonido,
la flor del alba se desplaza
y, la vida,
se transforma en pérdida batalla.

De cera son mis lágrimas,
de agua mi sangre liviana,
de tristezas, visten las mañanas.




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