martes, 22 de agosto de 2017

Mi pueblo.




Soy de un pueblo, podía ser de otro, pero no,
soy de este, de este que cada dia me alumbra
y en el que recorro sus soles y sombras,
siendo el uno del otro, todo.
Ni mucho, ni poco, todo.

Aún huelen sus rincones a verano
cuando el invierno le hiere, con esos golpes mancos
y aquellos aires sordos e impertinentes.

Podía ser de otro pueblo, pero soy de ese,
donde las palmeras susurran a sus gentes,
y a todo aquel sol, y a toda aquella luna,
y a esa dama, ¡ay esa dama!
que sin estarlo las mendiga.

Apenas amanece en esta tierra mediterránea,
cuando los críos se desperezan y las mujeres abren la ventana,
para que les entre la alegría y les entre la esperanza.
A la par de aquel sol que desde tan alto se brinda,
se presenta, e infinitamente caballeroso, se inclina.

De su Arrabal a su centro,
y de este a Carrús, Altabix o el mismísimo infierno.
Soy de este pueblo, este, de verdes y azules eternos,
repleto de gentes y muerto de momentos,
que a su patrona estremecen, con ese cantado talento,
que nace en Santa María y se bate contra el tiempo.

Podía ser de cualquier otro, pero de los muchos bonitos,
de los muchos vivos, de los muchos que soñar puedo y quiero.
Soy de Elche, y no creo poder sentirme tan contento,
siendo de aquellos otros que sin ser feos,
sintiéndolo mucho, no son mi pueblo.








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